domingo, 9 de diciembre de 2012

Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora, a su afán ansioso lisonjera;
mas no de esotra parte en la ribera,
dejará la memoria, en donde ardía:
nadar sabe mi llama el agua fría,
y perder el respeto a ley severa.
Alma, a quien todo un dios prisión ha sido;
venas, que humor a tanto fuego han dado;
médulas, que han gloriosamente ardido:
su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.







El hombre nace rebelde. Su naturaleza le repugna. El hombre ansía una inmanencia divina. El mundo entero sería el cuerpo insuficiente de su implacable anhelo.

Pero el hombre no es la única ilimitable codicia de vida. Todo, en el universo, imperializa; y cada existencia singular ambiciona extenderse a la totalidad del ser. El animal más miserable, entregado sin prohibiciones a su fiebre, coparía el espacio y devoraría las estrellas. En los charcos de los caminos hay efímeros organismos que contienen la virtual posesión del cielo.

Ningún límite es interior al ser; ninguna ambición se recusa a si misma. Toda renuncia nace de un obstáculo; toda abstención, de un rechazo. El universo es un sistema de limitaciones recíprocas, donde el objeto se construye como una tensión de conflictos. La violencia, cruel ministro de la limitada esencia de la cosas, impone las normas de la existencia actualizada.

Pero si la intervención de ajenas presencias amputa y trunca infinitos posibles, nuestra alma escuálida sólo es capaz de una fracción de los actos que sueña. Todo el mundo es frontera, término, fin.

Nuestro terrestre aprendizaje es un desposeimiento minucioso. Cada atardecer nos desnuda. Nuestra ambición persigue decrecientes pequeñeces. Vivir no es adquirir, sino abdicar.

Todo es reto para que nuestra impotencia se conozca; todo es barrera para que nuestra debilidad se advierta y se admita. Entre nuestra avidez y el fruto que la sacia, una breve distancia extiende un espacio igual al infinito. Nuestro más hondo deseo es nuestra imposibilidad más segura. Nuestra vida se deshace en cada uno de sus gestos, abandonando al limbo innúmeros abortos. Vivimos ahuyentando larvas que apetecen nuestra sangre.

Nuestro destino es la presión que ejerce la pétrea abduración de una muerta libertad; cada elección obstruye las direcciones no elegidas; en cada uno de nosotros gimen los abogados fantasmas que no fuimos.

La opción impasible y lívida preside todo instante. Anhelamos aunar y confundir en una posesión simultánea objetos antagónicos, pero la implacable exigencia de actos coherentes divide y lamina nuestra avidez de monstruosas conjunciones. La incompatibilidad de satisfacciones contrarias anula el delicioso desorden de nuestros apetitos.

Pero si la simultaneidad nos delude, el tiempo nos veda un cumplimiento sucesivo. Todo acto es fecundo, y nadie puede abolir sus consecuencias (…)


"¡Ah mujer, perfecta mujer! ¡Qué distracción
aludió a la humanidad cuando fuiste hecha un demonio!"























Ahora que todo acabó, tengo paz para medir tu valía;
aunque si mereces elogio o censura lo ignoro.
Quien desdeña al amado, desdeña al amante;
pero...qué hombre elogia lo que de sí apartó?

Si eres, ciertamente, vana y necia, la nada en forma humana,
tanto más necio fui por adorarte.
Pero si eres la alta diosa por la que antaño te tuve,
cuanto más sublime tu divinidad sea, más terrible mi pérdida es.

Querida necia, compadécete del necio que te creyó sabia;
querida sabia, no te burles del necio que te dejó escapar.
Bien justo: el ciego ha perdido para siempre tu rostro;
bien injusto: cómo podía contemplarte mientras te besaba?

Por tanto... el pobre amor del necio y el ciego te he demostrado,
pues, vana o diosa seas, fue un necio quien te amó.




Soledad vil y cruel
Mi  amante nociva
Hasta mi sombra te rechaza,
Tú sufres con mi ausencia
Como yo con tu presencia
Inescrutable paradigma
Soy mi único fervor
Mi amante nociva
Hasta mi sombra te rechaza,
Yo sufro con tu ausencia
Como tu con mi presencia
Inescrutable paradigma
Hasta mi sombra te rechaza
Tú sufres con mi ausencia
Como yo con tu presencia
Yo(...) sufrimos con mi ausencia
Como nosotros tu presencia
Cruel y vil Soledad.