domingo, 27 de noviembre de 2011


y si está en ti?

sábado, 26 de noviembre de 2011

Aquel día me morí
Estabas viendo todo
Pero aun con el sentir
De mi piel en lodo

Será que el amor es autodestructivo
Por lo mismo lo rechazo,  trato evadirlo
Será que solo causa ese efecto nocivo
Pero no hay opción cuando se trata de sentirlo

Y luego la náusea. Que siempre me relaja
Mi felicidad, no es más que un sucedáneo del sueño
Y me parece que en eso, la muerte toma ventaja
aunque a la llevadera no le importa mi empeño

¿Y cómo es que aún, no se han dado cuenta?
Aquel mal que tropieza, es como el conocimiento
Y el tormento que te reduce y que atropella
Aunque tus signos acusen ya del padecimiento

En lugares de trasfondos y profundos rojos
Es dulce pero cruel, el bailar de la muerte
Me río, me abraza, después me acongojo
Tierra y espíritu, ósculo a la materia inerte

Y en aquél momento
Que el espectro me reclame
Ya me alejara el tormento
Del pensamiento infame

jueves, 24 de noviembre de 2011

El Pasado

Pesa sobre mis hombros
El clásico tormento,
Un monstruo me persigue
Como la lona al viento.
Satélite fantasma
De un astro pensativo
O trasgo siempre errátil
De un muerto vengativo.

 Es viejo y es rugoso
Como un arial eterno,
Su barba, más estéril
Que un pino en el Invierno.

 En su pupila turbia
Donde Satán reposa
En veces hay presagios
De una nube tempestuosa,
Y en veces se ve en ella
Brillar la lastimera
Desolación del trágico
San Pablo de Rivera.
Y es puñal otras veces
Que en el pecho se espacia
Como las firmes hojas
Forjadas en Dalmacia.

 De insatisfechas ansias
Hablan en su semblante,
Sus túmidas varices
De palafrén piafante.

 Cansadamente, como
Las de un gran cuadrumano,
Le cuelgan las orejas
De sátiro. Y su mano
Que sabe de las flechas,
Es gruesa y dilatada
Como cadera informe
De una mujer gozada.

 Hay en sus palideces
El infamante brillo,
La sordidez del sórdido
Mendigo de Murillo.
Los harapos, banderas
Palpitantes al viento
Del odio, mal le cubren
Las carnes. El lamento
Golpeante de la tisis

 Remece sus pulmones.
(Jaulas que se derrumban
A un forcejear de leones.)
Y bajo sus andrajos
Una gran llaga impera,
La llaga que la carne
De Job ya conociera.

 De un borroso diseño,
De un satánico esbozo,
Parece su figura
Salida.

 Trozo á trozo,
A vera de los campos
Esparce su carroña,
Negros brotes que un árbol
De Maldición retoña.
El repugnante aroma
De los grandes protervos
Los caminos le puebla
De bandadas de cuervos,
Menos negros que el fondo
De su interno edificio
Donde entre ruinas yergue
Su ígneo Trianón el Vicio;
Y reinan, capitanes
De ejércitos triunfales,
Los siete omnipotentes
Pecados Capitales.

 Lujuria le consume
Como un incendio á un monte.
Tal asieron las sierpes
Al viejo Laoconte.
Por sus arterias, causes
De purulento riego,
Hace correr efímeras
Cataratas de fuego.
Y movimientos pone
Temblorosos y tardos
En sus dedos, sarmientos
De ponzoñosos cardos.

 Los lobos de la Ira
Que en sus apriscos duermen
Le muerden las mejillas,
Que pústulas en germen
Semejan. Y él semeja,
Con la lengua jadeante
Y los ojos cansados,
Un reo agonizante.

 Envidia le extravía
La punzante mirada,
Cuando Pierrot pasea
Del brazo de su amada,
O cuando Colombina
Regocija á Febrero
Con un reír jocundo,
Con su charlar ligero.

 Pereza, su nodriza
De pezón rojo y tierno,
Se abandona en los valles
Que ha blanqueado el Invierno.
Allí, resto aventado
Por insegura mano,
Sus harapos negrean
Sobre el blanco océano.
Y nada, ni la nieve
Que enfanga, ni los vientos
Helados que le rajan
Los labios supurentos,
Ni la coz de la bestia
Que lleva al campesino
Rumbo á su choza, nada
Se arroja del camino,
Mientras el Sol en su alto
Belvédere se encierra
Y duermen infecundas
Las ubres de la Tierra.

 Pesa sobre mis hombros
El clásico tormento,
Un monstruo me persique
Como la lona al viento.
Satélite fantasma
De un astro pensativo
O trasgo siempre errátil
De un muerto vengativo.

lunes, 21 de noviembre de 2011

ej. IV

De lo que un genovés dijo a su alma cuando se quería morir

Un día hablaba el conde Lucanor con Patronio, su consejero, y le contaba su hecho de esta manera:
"Patronio, yo tengo, loado sea Dios, mi hacienda en bastante buen estado y en paz, y todo lo que me cumple según mis vecinos y mis iguales, y quizá más. Y algunos me aconsejan que comience un hecho de muy gran aventura y muy peligroso, y yo tengo mucho deseo de hacer aquello que me aconsejan; pero por la confianza que tengo en vos no lo quise empezar hasta que con vos hablase y os rogase que me aconsejaseis lo que en ello hiciere."

"Señor conde Lucanor -dijo Patronio-, para que en este hecho hagáis lo que más os conviene agradaríame que supieseis lo que aconteció a un genovés."

   El conde le rogó que le dijese cómo fuera aquello, y Patronio le dijo:

   "Señor conde Lucanor, un genovés era muy rico y bienandante, según sus vecinos, y aquel genovés cayó muy enfermo, y cuando entendió que  no podía escapar a la muerte, hizo llamar a sus parientes y a sus amigos, y cuando todos se hallaron con él, envió en busca de su mujer y de sus hijos, y se asentó en un palacio muy bueno de donde se veían la mar y la tierra, e hizo traer ante sí todo su tesoro y todas su joyas; y cuando todo lo tuvo ante sí comenzó, a manera de entretenimiento a hablar de este modo a su alma:

"-Alma, yo veo que tú te quieres separar de mí, y no sé por qué lo haces; pues si tú quisieres mujer e hijos, bien los ves aquí delante, tales de que te debes dar por contenta; si quieres parientes y amigos, aquí ves a muchos y muy buenos, y muy honrados; y si quieres muy gran tesoro de oro, y de plata, y de piedras preciosas, y de joyas, y de paños, y de mercaderías, tú tienes aquí tanto de ello, que no te hace falta más; si tú quieres naves y galeras que te ganen y te traigan grandes riquezas y grandes honores, velas ahí donde están en el mar, que se ven de este palacio; y sí quieres caballos y mulas, y perros para cazar y tomar placer, y juglares para darte alegría y solaz, y muy buena vivienda muy alhajada de camas y estrados y de todas las demás cosas que en ella son menester, de todas estas cosas no te falta nada; y pues tanto bien tienes, y no te das por satisfecha ni puedes sufrir el bien que tu tienes, y con todo esto no quieres quedarte aquí y quieres buscar lo que no conoces, de aquí en adelante ve con la ira de Dios, y será muy necio quien de ti se doliere por el daño que te sobrevenga.
"Y vos, señor conde Lucanor, pues loado sea Dios estáis en paz y con bien, y con honra, entiendo que no sería de buen recaudo aventurar esto, y comenzar lo que decís que os aconsejan; pues quizá estos vuestros consejeros os lo dicen porque saben que cuando en el hecho os vieren metido, por fuerza habréis de hacer lo que ellos quisieren y tendréis que seguir su voluntad cuando os vieres en gran menester, así como ellos siguen la vuestra ahora que estáis en paz; y quizá piensan que mediante vuestro pleito enderezarán ellos sus asuntos, lo que no pueden arreglar mientras vos vivieres en sosiego y os acontecería lo que decía el genovés a su alma.
Más, por mi consejo, en tanto pudieres tener paz y sosiego sin mengua de vuestra honra, no os metáis en cosas en que todo lo debáis aventurar; pues la guerra y el pleito, dijo el sabidor, comienzan en punta de aguja y acaban en quintal de hierro."

Al conde le plugo mucho este consejo que Patronio le dio, y así lo hizo, y se halló muy bien.
Y cuando don Juan halló este ejemplo, túvolo por bueno, y no quiso hacer nuevos versos, sino que le puso una sentencia que dicen las viejas en Castilla.
Y la sentencia dice así:

           Quien bien sentado está no se levante.

domingo, 13 de noviembre de 2011

obstineto

Absorber corroer, recluido todo en el mismo espacio
Inmerso todo en uno miseria, alegrías, varias parecen
Mirar sin comprender ya basado en un cal grisáceo
Novedades elocuentes, y ver como a la luz padecen

Contar con el principio
Del tinte lascivo
Evitando lo creado

Dar para no recibir
La luz que no has de sentir
El mal perfeccionado

La del mal lacerado
Y el instinto premeditado
De aquel otro, ausente
Aunque lo recluya
Sin que lo diga
La elevación, que prosiga

miércoles, 9 de noviembre de 2011

-Pero ¿qué dices? como has de saber, ya que después de todo, era algo obvio para Alejandro, la doctrina mágica sostiene que en el mundo prehistórico hubo varios linajes humanos antagónicos. Conocemos tres, por lo menos: el Homo simius, el hombre antropoide y el Homo saurus, es decir, nosotros. Además de otros linajes esparcidos por el globo, pero de menor importancia. Ahora bien, el Homo saurus es inconmensurablemente el linaje más antiguo, que data de comienzos en la Era Secundaria, en tanto que los simii y los antropoides son varios centenares de millones de años más jóvenes. Además, nuestra especie era al principio de sangre fría, a imagen y semejanza del Príncipe de la Oscuridad...
-Padre, esas tonterías pedantes no son...
-A imagen del Príncipe de la Oscuridad... ¡A vosotros, jóvenes mequetrefes, no os interesa aprender! En mi juventud era diferente... Pero dejemos eso... Tonterías pedantes, ¡habráse visto! Los eruditos han adivinado bien que nuestro mundo no es más que uno entre muchos alquímicamente concebibles.
en algunos otros mundos de la posibilidad, por tomar un caso extremo, es probable que el Homo saurus se haya extinguido por completo... en la gran batalla de Itssobeshiquetzilaha, digamos, hace más de tres millones mil setecientos años. El resultado sería un mundo de pesadilla en el que alguna otra raza humana tendría la supremacía y Malacia jamás habría existido...
¡Supremacía!, pensé. Aquí, en mi hogar, jamás nos habíamos aproximado ni siquiera a la igualdad.