martes, 8 de junio de 2010

No dormir!

Ya acostado; sumido al arrepentimiento de la consciencia, es
donde, en frenesí esporádico, voluble y sofocado,
estertores, las verdaderas emociones, comienzan a desenvolverse.
Escucho mi nombre entre las melodías pero me suena
a la primera vez que lo escucho.

Algo se oye venir; ¿a un hidalgo antes de la batalla tal vez?
¿Alguna otra criatura inanimada, presente en el mismo espacio?
¿El ruido de un lavavajillas, el tocadiscos girando?

Cuando recién comienzan a resaltar unas vibraciones armónicas,
que llaman, que persuaden en ese momento,
ya se sabe que hay que poner atención,
El instinto aguarda de ante mano, ya cuentas con ese principio premeditado.
Haces caso omiso, se te olvida, pero siempre hay algo,
en lo que no ves, en los muebles, en un crujir,
un crujir delgado que siempre avisa su llegada.
Sigue sonando pero ya sabes lo que es,
y en ese momento, mejor que tu nombre sabes que no queda alternativa,
el pensar no te abandona, la consciencia es tu dilema, los detalles siempre están.

Pero ella, ella no se ha dado cuenta.