jueves, 19 de enero de 2012



- ¿Donde están, palabras?-
¿De quién se esconden?

¿Por qué no salen de mi mente,
porque fluyen de sombra a sombra
alborotadamente, sin dar rastro alguno?

-¿Qué química incongruente, en mi cerebro?
¿Los esconde demasiado bien?-

pero se entre amontonaban,
en la precisión capciosa del infortunio.

Las arañas.

Aquellas imágenes que invoqué,
para lograr disipar mis ansias,
solo tornaban en azul amarangado[sic],

ténue.

Aciago perdurando en la virtud,
esa escondida vicisitud.

Solo hay arañas.
No son más que diez.

Aquellas que perduran
en contrastes de amarillos
y ligeros puntos negros,
parpados entreabiertos
entre el miedo a los cuadros,

O lo que hay tras de ellos
sigilosos de figuras-sombras,
aquellas,
que desafinan mis pasos,

Después de todo un juego de ellas
donde sólo logro pintar mi pie,
seguido de mi pie.

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